La presidente de Olimpiadas Especiales Chile, Carolina Picasso, compartió sus reflexiones acerca del 2020 en esta columna. Te invitamos a leerla a continuación:
¡Llegamos, una vez más, a un año nuevo!
Bajo cualquier criterio de análisis, el 2020 no ha pasado desapercibido. Y este inicio de año nos invita, tal vez más que cualquier otro, a reflexionar. Aunque no es la primera pandemia en la historia, trajo diversas situaciones que sí resultaron inéditas: una fase global de cuarentena, la instalación de un estado de excepción transitorio, el fantasma sanitario de la última cama, el cierre de fronteras, los raudos controles de desplazamiento interno, el aislamiento y por supuesto, el distanciamiento.
Las consecuencias de estas medidas sin precedentes no han sido una excepción para las personas con discapacidad intelectual (DI). Me atrevo a afirmar que los obstáculos se vieron magnificados y las barreras de acceso a los recursos se ensancharon, mientras que las medidas necesarias para evitar la exclusión de este colectivo se hicieron insuficientes y cada vez más urgentes. Las personas con DI quedaron expuestas a un mayor riesgo sanitario, a una mayor brecha educacional y a una mayor situación de pobreza.
A pesar de esa extrema vulnerabilidad, experimentada por muchos de los y las atletas de Olimpiadas Especiales, tengo que destacar con mayúsculas que fue justamente la forma en que ellos y ellas enfrentaron su propia vulnerabilidad, lo que me ha dejado el mayor aprendizaje de este año: resiliencia, humildad y simpleza.
Esta historia del 2020 que me marcó para siempre, es un ejemplo de esos valores:
¡Chris Nikic!, el primer atleta con síndrome de Down en completar un triatlón; tiene 21 años e hizo historia en el Ironman de Florida, Estados Unidos. Sin ninguna ventaja con respecto a otros competidores y acompañado de su guía, Dan Grieb, Nikic nadó 3,86 km, pedaleó con su bicicleta por 180 km y corrió un maratón de 42,2 kilómetros; todo esto en 16 horas, 46 minutos y nueve segundos, apenas 14 minutos antes de la hora límite impuesta por la organización del evento para que su desempeño pudiera ser reconocido oficialmente.
“Tener síndrome de Down significa que tengo que trabajar más duro que los demás”, dijo Chris, recordando que “aprendí a trabajar más duro en mi vida y eso me ha ayudado a prepararme para Ironman”. “No compito para ganar, sino para inspirar a otros como yo.” ¿Y cómo lo logró? ¡Muy simple!, su meta de entrenamiento fue mejorar el 1% por día.
La cancha sigue siendo desigual, pero seguimos trabajando en equipo para equilibrarla. Como lo demuestra Chris, ningún sueño es demasiado grande y ninguna meta es demasiado alta.
Espero que esta historia te inspire para el nuevo año, al igual que lo ha hecho en mí.
¡Feliz y saludable 2021!,
Carolina Picasso
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