Por Carolina Picasso, Presidenta de Olimpiadas Especiales Chile
El mes de agosto se celebra el mes de la Solidaridad. Más allá de que la solidaridad sea un valor cívico fundamental para la humanidad, hoy es también considerada como un derecho que no sólo busca optimizar el desarrollo individual, sino garantizar la sostenibilidad social de las comunidades.
A diferencia de la caridad, que puede implicar una relación vertical y representar una barrera para la verdadera inclusión, la solidaridad nace de un concepto de justicia y equidad, que promueve la transformación de una situación vital potenciando la colaboración, el intercambio y los apoyos razonables.
La solidaridad propone un comportamiento activo dentro de una relación de horizontalidad, en la que ambas partes se comprometen conjuntamente por una causa común.
Frente a las brechas de acceso y discriminación que aún experimentan las personas con discapacidad, quienes además han sido históricamente presentadas en una posición pasiva receptora de caridad, quiero invocar hoy a la solidaridad como mentora para cambiar la mirada y considerar que este colectivo de personas tiene la capacidad de adoptar también el lugar de quien entrega.
En Olimpiadas Especiales promovemos la actividad física y la inclusión social a través del Deporte Unificado, uniendo a personas con discapacidad (atletas) y a personas sin esta condición (compañeros), de edades y niveles de habilidades similares para entrenar y competir en equipo generando entendimiento y unidad entre todos los participantes, cerrando de esta forma brechas sociales y derribando mitos en torno a la discapacidad.
Como lo propuso Antonio Guterres, Secretario General de Naciones Unidas, nos invito a trabajar “para, por y con” todas las personas, independientemente de sus condiciones, creencias y logros, fortaleciendo nuestros entornos a través del respeto y valoración por la diversidad intrínseca del ser humano.
Ofrecer su propia experiencia de vida marcada por la valentía, coraje y resiliencia resultante de vencer día a día barreras y faltas de expectativas que se tiene sobre ellas, debiera ser una fuente inspiración que incide en los entornos sociales, potenciando para todos las oportunidades de escucha, respeto e inclusión.