"La pelota": Cuentos sobre la inclusión
- 16 ago 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 ago 2021
MĆ”s de 700 niƱos, niƱas y adolescentes participaron en los concursos de cuento que organizaron Olimpiadas Especiales Chile y la Municipalidad de La Florida. El siguiente cuento fue escrito por el estudiante de sexto bĆ”sico MĆ”ximo Barrientos, del Colegio ArtĆstico Sol del Illimani, ganador de la primera categorĆa:

La Pelota
Por MƔximo Barrientos
El chico nuevo solĆa sentarse aparte de todos y jamĆ”s opinaba. Siempre su cabeza parecĆa estar en cualquier lugar, menos en la sala de clases ni en las charlas de los profesores. En la hora de recreo se balanceaba ligeramente de un lado a otro o jugaba con una pelota de plĆ”stico que le prestaba la tĆa de porterĆa. Un dĆa se me ocurrió invitarlo a jugar una partida de fĆŗtbol, pero el chico me ignoró. Pasaron los dĆas y una maƱana prestĆ© atención a su encuentro con una profesora. Levantó la mirada escuchando atento, asintió y sonrió. Cuando se separaron, entonces corrĆ detrĆ”s de la profesora para preguntarle por quĆ© el chico nuevo era tan tĆmido.
āNo es que sea Ā«tĆmidoĀ» āme dijoā. AndrĆ©s tiene espectro autista; por eso sus intereses son muy restringidos y comparte muy poco. Pero si tĆŗ y tus compaƱeros lo invitan siempre, con mucha paciencia y cariƱo, Ć©l aprenderĆ” a relacionarse mejor y al fin aceptarĆ” participar en sus juegos.

Fue asĆ cómo descubrĆ que esa pelota que Ć©l siempre hacĆa rebotar nos ayudarĆa a comunicarnos. Al dĆa siguiente, fui corriendo a la porterĆa para decirle a la tĆa que me entregara a mĆ la pelota porque yo se la pasarĆa a AndrĆ©s. De esta manera me sentĆ© a esperar y cuando lo vi aparecer con su balanceo habitual, me levantĆ© y se la ofrecĆ.
El chico la miró un segundo sin decidirse a recibirla. Entonces la hice rebotar ante Ć©l y, por vez primera, lo vi sonreĆr. Luego se la tendĆ y Ć©l la recibió sin titubeos.
āĀæTe gusta el bĆ”squetbol? āle preguntĆ©ā. A mĆ sĆ. Siempre juego con mi hermano.
Me adelanté un paso y Andrés, vacilante, al fin me siguió. Llegamos a la cancha, le pedà la pelota, me la entregó, di botes y, con tan mala suerte, que al enviarla a la cesta ”zas! caà sentado.
Pero sin duda valió la pena pese al dolor. Porque fue la primera vez que escuchĆ© reĆr a AndrĆ©s. Supe entonces que el deporte nos unirĆa y serĆa un maravilloso medio de comunicación.
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